Caminaba lenta y despreocupadamente por la vereda. Mientras lo hacía evocaba su pasado. Nada rimbombante, nada espectacular, como el común de los mortales.
Alguna imagen de ese pasado lo alegraba. El secundario. Alguno de sus compañeros que luego fueron amigos por años, y otros se perdieron en la vida. Su compañero de banco, compinche de algunas correrías y cómplice para las faltas. Que no pasaran de nueve por bimestre. Que habrá sido de Hector. De un día a otro desapareció sin dejar rastros. Algunas veces lo necesitaba para contarle algo, para pedirle consejo.
Y las mujeres.Emma jadeando al lado suyo Mario, Mario mío. O los ojos verdes de la negra Elisa poniéndose acerados y vidriosos mientras sus entrañas se contraen en el súmmum del amor y el placer.
Vaya a saber como empezó aquello. Quizás esa peruana que lo interrumpió en lo mejor. O aquél mozo de albergue al cual se le dio por golpear la puerta cuando las cosas estaban mas interesantes.
Lo cierto que en un momento, no pudo mas. Consultó especialistas, curanderos, se hizo análisis, tratamientos. Todo en vano. Y sentía que no solo había perdido la virilidad. Había perdido la facultad de elegir. Había perdido la libertad.
Así entre tratamientos y tristeza, análisis y curanderos, se fueron pasando los años y se hizo viejo. Viejo y solo.
Lo sacó de sus pensamientos una figura rara. Regularmente alto, cetrino, vestía impecablemente. Traje de buen corte, camisa y corbata de marca. Zapatos... uno marrón y otro negro.
Mario se quedó mirándolo. Por una rara sensación no podía apartar la vista de él. El personaje se le acercó.
-Querrías volver a tu potencia perdida? No hablo de juventud, Hablo de lo otro, en lo que estas penando hoy, ayer y siempre. Yo tengo la solución.
Mario vaciló.Como podría aquel hombre saber lo que le sucedía. La respuesta, por lo inesperada, lo hizo estremecer?
Que como puedo saber. Muy fácil, soy el Diablo.
Mario enmudeció por un instante. Luego se repuso. Como casi nada le asombraba ya, contestó escéptico
Que, me va a comprar el alma? El desconocido sonrió.
- Si alguien está dispuesto a vender el alma, ya la ha vendido. Por lo tanto, no es este el caso. Alguna vez fui ángel, y algo me quedó de la bondad de ese entonces. Y te veo sufriendo sin porque y me dije, he aquí alguien para ayudar, y aquí estoy.
Y basta de palabras. Y acto seguido sacó de entre sus ropas un común frasco con pastillas.
Mario miró. Eran como glóbulos blancos, esferitas de algo mas de un milímetro de diámetro.
El personaje miraba. Silencio. Luego habló, con esa voz tan particular que tenía.
-Con esto volverás a ser quien fuiste. Si ya sé que has hecho mil pruebas. Pero esta vez no fallará.
-A la noche, te metes en la cama y tomas dos de éstas. Rápido, Que no queden en tu boca. Al otro día te sentirás otro, ya vas a ver..lo pujante que quedas.
Mario llegó a la casa. Preparó una cena liviana, Miró televisión mientras la apuraba. Luego buscó un vaso de agua, se metió en la cama, apartó tres pastillas, se las puso en la boca, las empujó con el agua y sonrió...
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-Pero quien lo hubiera dicho, doña Rosa. Tan serio, tan servicial que era, y terminar así.
-Es verdad, señora Marta. Uno nunca sabe.
Enfrente del edificio dos móviles de la Policía hacían destellar sus luces rojas, mientras que un cuerpo muerto era cargada en la ambulancia.
El encargado del edificio le decía al principal.
-Si agente, hace como cuatro días que no lo veía, y luego empezó ese olor frente a su puerta y los llamé. Francamente, no lo entiendo. Parecía tan normal....
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Informe del médico forense (fragmento) El deceso se produjo por la ingesta de arsénico altamente concentrado.
Informe de laboratorio: El frasco encontrado en el lugar de los hechos tenía una fuerte concentración de arsénico con vestigios de azufre.
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En algún lugar del Universo, se oía una sonora carcajada.
