PANPAN
La casa estaba sola en medio del campo inmenso. Una casa humilde, que casi se podría llamar tapera.
Allá, a lo lejos, a unos dos kilómetros se divisaban las últimas casas del pueblo. A unos quinientos metros de la casa, hacia el oeste, pasaba un arroyuelo, que después de muchas vueltas iba a desembocar en una laguna mas al sur.
Dentro del rancho estaba Doña Eduviges, el ama de casa, que mientras empezaba a hacer el almuerzo, mientras acarreaba mate a don Zoilo, su marido.
Don Zoilo era un hombretón, al que todos tenían por trabajador y buen hombre, aunque se decía que era de pocas pulgas. En ese momento con un hacha estaba haciendo leña para la cocina económica.
A la orilla del arroyo jugaba un chico de unos 11 años, que respondía al nombre de Albino, que trataba de pescar con una caña improvisada, mas bien una rama con un piolin y un anzuelo.
De repente, Doña Eduviges gritó preocupada:
Zoilo, casi no me quedan papas. Las pocas que nos quedan se han brotado, y ayer cuando fui al pueblo me olvidé de comprar. Y como hago el guiso?
Don Zoilo se quedo pensando.
Que hora es?
Van a ser las 10 y 10.
Entonces el problema es mínimo. Llama al Albino, que agarre el sulki y vaya a comprarlas. Comeremos un poco mas tarde, pero no importa. Llamalo.
Albino!!! gritó Eduviges. Y Albino nada. seguía en lo suyo
Albino!!!, otra vez. Y nada.
Y otra, y una cuarta.
A don Zoilo se le descompuso el rostro. Los ojos de furia. Ya dijimos que era de pocas pulgas.
Y se fue para adentro de la casa, de arriba de un mueble saco una escopeta de dos caños, del 16 y salió a la puerta.
Zoilo, que vas a hacer? suplicó Eduviges.
Dejame, ya va a aprender ese mocoso de mierda!!
Y acomodó la escopeta, puso el dedo en el gatillo, y tiró del gatillo dos veces.... hacia arriba, hacia el cielo.
pan!! pan!!!
Y AL PAN PAN, ALBINO VINO.